Adiós verano, adiós…

Ya está. Se nos va otro verano, así, sin darnos cuenta…Tengo la sensación de que los años con sus primaveras, veranos, otoños e inviernos pasan cada vez más rápidos. Los míos se me escapan entre los dedos en éste no parar de vida que llevo. No me aburro, no, aunque últimamente me gustaría. Me gustaría quedarme quieta, no preocuparme ni de nada ni de nadie. Solo de mi. O ni eso.

El caso es que el tiempo pasa volando y yo quisiera detenerlo a veces y recrearme sobre todo en esos momentos sencillos, cálidos, íntimos. Y en los que siento la felicidad de las personas que quiero. Ojalá pudiera parar el tiempo y estirar, estirar y estirar esos momentos. Pero no es así. Hay que seguir. Continuar con la vida, las responsabilidades y claro, con los sueños. Qué seríamos sin ellos.

Yo ahora sueño a partir del verano. Sí. Últimamente el verano es mi año nuevo. Tras las vacaciones y el descanso, pongo las cosas en orden, hago limpieza, me planteo las cosas que deseo y renuevo ilusiones.

Han cambiado mi vida, mi ritmo, mis expectativas…Quienes me conocen bien y saben mi historia tendrán alguna pista. Al resto, la inmensa mayoría, solo explicarles que a veces nos pasan cosas que nos cambian para siempre. Que marcan un antes y un después de ti. Que te convierten en otra.

A las puertas del otoño, soy una mezcla extraña de ganas y cansancio, de amor y desamor, de creencia y ateísmo, de ilusión y desencanto. Una mezcla de preocupación y pasotismo, de sabiduría e ignorancia absoluta. De juventud y vejez. Una mezcla de todo y de nada.

Vamos, que comienza otro otoño calentito, y no hablo de economía (aquí no, éste es mi respiro). Los poquitos que me conocen bien saben que en realidad es donde me encuentro en mi salsa, en situaciones complejas e intensas. No hay nada peor que la falta de pasión y el aburrimiento. Antes muerta.

Pues nada. Todo ésto para decir que se acabó el verano, que quiero mucho a Paqui y a Dan, a María y a Paco y que os deseo toda la felicidad del mundo, y que espero ser testigo de ella, más cerca o en la distancia, da igual, mi corazón no conoce distancias.

No se porqué me da que me vais a dar muchos más momentos felices y estoy ansiosa de disfrutarlos con vosotros. Sois algunos de los responsables de que siga creyendo y levantándome cada mañana y cada vez con más ilusión. Felicidades.ImagenImagen

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ImagenParece obligado o al menos recomendable pedir optimismo en tiempos de crisis. Estoy de acuerdo, aunque yo no me definiría como una «optimista radical». Más bien soy una «optimista realista» u «optimista práctica» , no sé.

El caso es que en esta época difícil que nos ha tocado vivir (a unos con más suerte que a otros) yo soy optimista. En todo. No sólo pienso que esta crisis tiene mucho de especulativa y por lo tanto de irreal, sino que además pienso que somos capaces de salir de ésta, mejorados. Sí. Lo bueno de las crisis, de los golpes que te obligan a apoyar la rodilla en el suelo, o incluso te hacen caer de bruces, es que te dan la oportunidad de levantarte aún con más fuerza.

Aunque los años no pasan en balde, y una está ya algo agotada, yo soy optimista, quizá a medio o largo plazo, pero optimista. Yo creo que entre tanto chorizo hay gente decente; que entre tanto capullo hay gente buena; que entre tanto maleducado hay gente sensible y dispuesta a ayudar.

Creo que saldremos de ésta, sí. De todo se sale. Es increíble la resistencia y la capacidad de recuperación que llegamos a tener incluso los más frágiles. Quizá sea la esperanza lo que nos hace seguir. Quizá el orgullo. Quizá el amor. Hay tantas cosas en las que apoyarse para seguir adelante…

Y en ese camino, que muchas veces erróneamente creo no sabemos disfrutar, llega al final esa luz que estabas esperando..Tiene que llegar, porque existe…

Yo he visto a gente muy golpeada por la vida levantarse, he visto a personas que superan la enfermedad, he visto a personas amar real y sinceramente….Solo hay que echar un vistazo a tu alrededor para volver a creer. En las personas y en el amor. Sucede. Y está ahí. Habrá que dejar de mirarse el ombligo y dejar de lamentarse. Mirar fuera y disfrutar y aprovechar todo lo que la vida nos va regalando a nuestro paso, entre golpe y golpe, que eso está en el contrato.

Durante muchos años he vivido con miedo a lo que pudiera ocurrir….Haber sido educada en la extrema prudencia no me ha ayudado mucho y mis compañeros de viaje tampoco. No estoy eludiendo la responsabilidad que es sólo mía. Por tonta.

Ahora, después del último gran golpe recibido que me ha puesto de bruces contra el suelo, levanto este cuerpo serrano, subo la cabeza bien alta, y miro a los ojos. Vuelvo a sonreir (¡¡en plena crisis!!) y vuelvo a creer. Incluso en el amor. Llegué a pensar durante un tiempo que sería imposible. Pues no. La vida se abre paso. Y yo quiero vivir, desde ahora, lo prometo, con menos miedos y más confianza. Con más ganas, porque sé lo que quiero. Y ya llegará, es cuestión de paciencia. Mientras, disfrutaré del camino.

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Tiempo de Amor

Sólo cuando me amas
se me cae esta máscara pulida
y mi sonrisa es mía
y la luna la luna
y estos mismos árboles
de ahora
este cielo
esta luz
presencias que se abren
hasta el vértigo
y acaban de nacer
y son eternos
y tus ojos también
nacen con ellos
tu mirada
tus labios que al nombrarme
me descubren.
Sólo cuando te amo
sé que no acabo en mí
que es tránsito la vida
y que la muerte es tránsito
y el tiempo un carbúnculo encendido
sin ayeres gastados
sin futuro.

Claribel Alegría

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Rescate. Pobrecita.Tan bonita y tan denostada en los últimos tiempos…Tras una semana hablando de «rescate por aquí, rescate por allá» pronuncio la palabra, y a pesar de todas las connotaciones negativas recientes por la puñetera crisis económica, a mi, me gusta.

Rescate: «Liberación de un daño, un peligro o una situación difícil». Bonita palabra, ¿no? Es precioso poder liberar a alguien de un daño , un peligro o una situación difícil. Como la definición, siempre que pienso en rescate lo ligo a «gratuidad» y nada más lejos de la realidad en los tiempos que corren. Ahora si te rescatan, te cobran por ello. Nos chupan la sangre y cuando estamos al borde del colapso, cuando necesitamos ser rescatados, aparecen pero para chuparnos la sangre aún más. Este tipo de rescates, los bancarios, no molan. Acuden a la llamada de nuestros bancos que se han estado forrando a costa de los pobrecitos ciudadanos, y después nos toca a nosotros pagarlo y encima con creces…¿Y quien nos va a rescatar a nosotros? Somos los más necesitados y nadie nos alivia la carga.

Los rescates deberían ser gratuitos. Justos y gratuitos. Todos en algún momento de nuestras vidas necesitamos ser rescatados. Nos metemos o nos meten en situaciones difíciles y necesitamos que alguien nos eche un cable. La salvación no siempre es posible. Depende del «rescatador» y del rescatado, claro.

Hay rescatadores que piden unos intereses inasumibles a cambio de una ayudita. En esos casos casi es mejor hundirse, porque si no hipotecas tu vida entera.

Hay rescatadores que lo hacen de manera gratuita. Te ayudan porqué sí, aunque luego se pasan toda la vida recordándote aquella ocasión (¿te acuerdas?) en la que «fui yo quien te ayudó  a salir adelante».

Finalmente hay rescatadores que ni siquiera saben que te han rescatado. No saben que gracias a su intervención en tu vida, a esa palabra, a esa mirada, a esa sonrisa, evitaron aquel día que siguieras cayendo en el pozo. No esperan agradecimiento porque no son conscientes de haber hecho nada. Pero lo han hecho. Algo muy importante: rescatarte, ayudarte a cambio de nada.

En el otro lado, el de los rescatados, hay personas que se pasan la vida llorando y pidiendo ayuda. Se sienten maltratados y sin hacer nada para salir adelante, exigen ayuda, y a todas horas.

Hay personas que necesitan ser rescatadas, pero que no quieren o no pueden reconocerlo. Demasiado duro reconocer que necesitan ayuda, o por orgullo o por pudor.

Hay personas que necesitan ser rescatadas y quieren ser ayudadas, pero que no tienen cerca personas que estén en disposición de hacerlo o que tienen personas al lado que necesitan al mismo tiempo ser rescatadas y que no están para salvar a nadie.

Yo siempre me he sentido en la obligación de rescatar a todo el mundo. Y aunque muchas veces he necesitado ayuda , pocas veces lo he admitido. No es fácil para una luchadora nata reconocer que está perdiendo batallas y que necesita las soluciones que se encarga de dar a los demás.

Con el tiempo vas aprendiendo a reconocerte como eres. Fuerte, pero frágil. Con soluciones, pero muchas veces saturada y cansada y necesitada de nuevos puntos de vista. Dispuesta a rescatar, pero también a pedir ayuda y coger ese cable que en algún momento alguien lanza desinteresadamente.

Solo me queda dar las gracias a las personas que han acudido voluntaria y gratuitamente a mi llamada de socorro (aunque yo no grite ellos saben cuándo me estoy ahogando) y pedir perdón a las personas que alguna vez han necesitado de mi ayuda y no se han sentido rescatadas. Mis deseos de ayudar a veces son torpes. No soy perfecta. Pero jamás, jamás, dejo a un amigo en la estacada. Al rescate, siempre.

Y si me quieren rescatar, pues también. Aunque sin condiciones, por favor, porque pueden acabar hundiéndote en aguas más turbias de las que te rescataron.

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En busca de un oasis

ImagenCuidar a tus hijos. Cuidar de tu padre. Amar a la pareja elegida. Hacer el amor a la persona que deseas. Ser leal a quien ha depositado su confianza en ti. Hacer frente a tus responsabilidades en el trabajo. Levantar la voz frente a las injusticias. Ayudar al más débil. Ser generoso con quien menos tiene. Frenar las agresiones. Ser intransigente con la maldad.

Hay tantas y tantas cosas que parecen evidentes, razonables y naturales pero que no se cumplen…en días como hoy, en los que me invade un sentimiento de soledad nada desconocido para mi, vuelvo a reflexionar sobre algunas personas que me rodean o me han rodeado, unas personas que en ocasiones me hacen sentir como una extraterrestre. ¿Estará mal pedir al padre de mis hijos que se ocupe de ellos?, ¿es que seré demasiado exigente? ¿Estaré equivocada al esperar de mis amigos que se posicionen? ¿Será demasiado pedir que quien me quiera me tenga como prioridad?

Siempre, siempre me acabo haciendo estas preguntas. Siempre me reviso, porque por supuesto sé que no poseo la verdad absoluta, que soy imperfecta, y cometo errores,muchos, como todo el mundo…pero qué queréis que os diga. Algunas preguntas sólo tienen para mi una respuesta. Es más, el sólo hecho de tener que plantearlas me produce una gran vergüenza ajena. ¡Pues claro que hay que preocuparse y cuidar de tus hijos! ¡Pues claro que tienes que ocuparte de tu padre! ¡Pues claro que no hay que traicionar a quien confía en ti! ¿Pero qué narices le pasa a la gente? ¿en qué clase de sociedad vivimos? ¿qué mundo estamos contribuyendo a crear?

¿De verdad merece la pena sobrevivir a base de quitarnos de encima a las personas que esperan algo de nosotros? Pero, ¿qué sentido tiene una vida que sólo dedicas a ti mismo, para ti mismo, por ti mismo?…¿Qué más da viajar de punta a punta del mundo si no puedes compartirlo con las personas a las que quieres? ¿Qué importa el dinero si no puedes utilizarlo para ayudar a las personas que lo necesitan? ¿Qué valor tiene una felicidad construida sobre la traición?

Hoy tengo muchas preguntas dando vueltas en mi cabeza. Las respuestas son siempre las mismas y el sentimiento que todo ello me produce es también reiterativo: soledad. Definitivamente las mayorías no siempre tienen razón. Me da igual que media humanidad haya decidido mirarse el obligo, moverse por la pasta y por el interés (propio, claro). Me da lo mismo que muchos se hayan rendido a la cultura del «ande yo caliente…» Me da lo mismo que haya quien elija para su vida un benefactor en lugar de un amante. Me da lo mismo la gente que prefiere callar en el trabajo en lugar de defender a un compañero injustamente tratado. Me da igual que haya tanto cobarde incapaz de dar un puñetazo en la mesa y decir ¡hasta aquí! ante cualquier tipo de injusticia. No tienen razón, Por muchos que sean. Las mayorías, muchas veces, se equivocan.

Entiendo la debilidad. Entiendo la incapacidad. Entiendo las dificultades, Entiendo los miedos. Entiendo que muchos no tengan por una u otra causa, o varias a la vez, la capacidad de responder a sus responsabilidades o estar a la altura de los acontecimientos. De verdad que lo comprendo. Lo que no estoy dispuesta a aceptar es que algunas de esas personas, en lugar de reconocer sus fallos e incapacidades, arremetan contra las que sí hemos decidido cuidar de las personas a las que tenemos que cuidar y a las que amamos (que por cierto no tienen porqué ser necesariamente las mismas), contra las que hemos decidido estar, posicionarnos, mojarnos , ser leales y seguir luchando. No somos las raras ni las tontas. Somos las extraordinarias y eso,resulta muy incómodo a muchos. También lo comprendo.

Claro. Revisarnos y rectificar es muy cansado. Y muy incómodo tener a alguien cerca que pueda dejar en evidencia tus defectos y limitaciones.

Definitivamente, quizá la soledad sea la mejor de las soluciones. Quizá apartarse de esas personas que no están dispuestas a dar a cambio de nada, de quienes no se atreven a frenar al hijo puta (con perdón) de turno,  de quienes cuando hablan de amor sólo piensan en nivel de vida, de quienes sólo te tienen en cuenta si pueden sacarte algo, de quienes prefieren una vida cómoda aunque eso signifique renunciar a las emociones y a la pasión.

Pues si hay que estar sólo, se está. No pasa nada. Siempre, en el desierto, aunque sea muy larga la travesía y estén a punto de fallarte las fuerzas, puedes acabar encontrando un maravilloso oasis. Y en esas estamos.

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Nada es igual

Cierro los ojos
Y es como si nada hubiera cambiado,
Todo está en el sitio que estaba.

Tú estás a mi lado y me amas,
Tus labios solo besan los míos,
No deseas  nada ni a nadie sino a mi…

Cierro los ojos
Y respiro tranquila

El día es soleado,
Los niños juegan tranquilos,
Mi madre sonrie..

Cierro los ojos
Y sueño imposibles

Abro los ojos
Y todo es diferente

No están personas a las que amé,
No volverán a estar…
Hay un abismo insuperable,
lleno de dolor en mi corazón

Vuelvo a cerrar los ojos. Los vuelvo a abrir.
Entre lo que fue y lo que es vivo
Lo que he perdido y lo que hoy tengo
es lo que soy…

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Yo, mujer

Quiero escribir algo sobre el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La fecha ya pasó, lo sé, pero es que como soy eso, mujer trabajadora, no he tenido tiempo hasta ahora de ponerme a ello. Soy mujer, sí. Y estoy orgullosa de ello. Gracias por las felicitaciones del pasado día 8, pero preferiría o bien que me felicitasen todos los días por el gran trabajo que hago en casa y en la empresa o algo mejor: que mi familia, mi empresa, la sociedad en suma, me lo pusieran más fácil día a día. Ser mujer está bien. Sobre todo si eres una buena mujer, como yo me considero, Pero supongo que ser un hombre, un buen hombre, también debe ser muy satisfactorio. Y encima te pagan más, estás mejor considerado laboral y socialmente, eres, eso dicen, más fuerte y para muchos más capaz e inteligente. Añado a ésto que a pesar de la costumbre bastante extendida de utilizar y mentir a las féminas, los hombres siguen conservando sorprendentemente la fama de seres nobles y sencillos.

Nosotras trabajamos en casa, trabajamos en el curro, trabajamos en la pareja, pero somos falsas, retorcidas y cotillas. Eso dicen. Hay que jorderse, con perdón. ¡Qué sociedad tan machista!

Soy mujer porque me ha tocado, nadie me dejó elegir. Dentro de este cuerpo, siento cada minuto de mi vida que no me miran igual que a un hombre, que no tengo los mismos derechos en la familia ( siempre he tenido que trabajar más, estar pendiente de todo y de todos), que no tengo las mismas oportunidades en el trabajo, que mi iniciativa y carácter no son tan bien acogidos como si vinieran de un hombre.

¿Feliz día de la mujer trabajadora? Por favor, si hay alguien ahí suficientemente inteligente, sensible, justo y generoso, que comparta las tareas de la casa, la educación de los hijos, que colabore con sus compañeras en el trabajo, que no frene sus ascensos, que no recele de su aportación,  que no pase todo por el tamiz del sexo. Hay que dejarse de felicitaciones y arrimar el hombro. No quiero que me feliciten por ser lo que soy, no quiero que me regalen nada  ni quiero que me discriminen y me carguen de trabajo y responsabilidades por la misma razón. Quiero que me dejen vivir, desarrollarme y disfrutar como se le deja a un hombre. No soy ni mejor ni peor. Me da la sensación de que con el Día Internacional de la Mujer muchos sólo buscan aliviar por un día sus conciencias. Yo siento vergúenza por tener que señalar todavía fechas como ésta para alertar sobre la importancia de ciertas cosas. Ellos se sienten importantes cada día del año. Nosotras también lo somos, el día 8  de marzo, el 10 de agosto o el 25 de noviembre.  Todos los días son nuestros días. Si  hombres y mujeres fuéramos capaces de compartir responsabilidades , placeres y méritos seríamos mejores y este mundo del que tantas veces renegamos sería también mejor.

Ser mujer entonces sí sería realmente maravilloso. Exactamente igual que ser hombre.

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¿Limonada?

«Si la vida te da limones, haz limonada» Otra vez la frasecita famosa. Inconformista convencida, le he dado algunas vueltas a este consejo vital que recientemente me han vuelto a dar y he llegado a la conclusión de que es acertado, aunque con matices.

Si significa que tienes que aprovechar al máximo las oportunidades que se te brindan y saber valorar a las personas y cosas que forman parte de tu vida, disfrutar de lo que tienes y no amargarte por lo que te falta, totalmente de acuerdo.

Si significa resignación con lo que tienes, bueno o malo, fastidiarte con lo que te ha tocado, o conformarte aunque haya apartados de tu vida desiertos,  mi completo rechazo.

Desde luego creo que vivimos una época de total inconsciencia, no somos capaces de calibrar la importancia de lo que tenemos a nuestro alrededor, cerquita. Siempre estamos mirando lo que tiene el otro, y lo ambicionamos, lo preferimos, porque pensamos que es mejor que lo nuestro. Qué error. Quizá es que tiene más misterio aquello que no conocemos, que no tenemos, que vemos en otro. Estoy convencida de que ser consciente de lo que tenemos, valorarlo y disfrutarlo, forman parte del secreto de la felicidad en la vida.

Así pues, y fundamental, dar importancia a lo que somos y lo que tenemos cerca y dejarnos de frustraciones adolescentes…

En ocasiones sin embargo, hay personas o cosas que tenemos cerca y que deberíamos mandar al carajo (con perdón). Hacer limonada con ellas nos amargaría la vida…Sencillamente, hay limones que hay que cambiar por otros, no por una ambición inmadura sino por salud mental. Y si dejan un hueco importante, aprender a vivir con esa ausencia, hasta que alguien o algo sea suficientemente bueno para ti como para ocupar ese sitio. Todo llega con el tiempo, o al menos yo tengo la esperanza de que así sea.

Disfrutar con lo que tengo, sí, al máximo. Conformarse con lo que hay, renunciar a lo que para mi es importante y aún no he conseguido, por unos u otros motivos que no vienen al caso, nunca.  Yo a mi limonada quiero seguir añadiendo otros  zumos, aquellos que necesito para sentirme completa y feliz.

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Cosas que me hacen feliz

El amor de mis hijos, la lealtad de mis amigos, alguna que otra sorpresa apasionante, una gran luna en el cielo, una hermosa canción, un buen libro.
Un baño caliente con sales, una café , un dulce con chocolate, una copa de champán.
Una frase amable, un poema.
Un paseo al sol, una excursión al campo, una mañana andando por las calles de una gran ciudad.
Leer el periódico, tomar el aperitivo, una siesta.
Un baño en el mar, un paseo por la playa, la brisa en la cara, una paella, un vino , un atardecer, un cielo repleto de estrellas.
Un buena charla, unas risas, una chimenea, una manta, una noche durmiendo.
Hacer el amor, besar, llorar, descansar, volver a empezar.
Saber lo que pasa, comprender, mejorar, conocer, crecer, sentir. Vivir.

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Cuando sea viejecita

A mis 5 meses, hace nada...Cuando sea viejecita quiero que me sigas mirando como lo haces ahora. Seré la misma persona, probablemente más cansada, con seguridad con más arrugas en la piel (espero que no demasiadas) y con heridas graves en el corazón, eso fijo. Pero quiéreme igual que ahora, porque seré la misma. Con las mismas ganas de disfrutar y estar contigo.

Hace unos días escuchando hablar sobre la Duquesa de Alba, me impresionó la ternura con la que uno de los diseñadores de su vestido de novia hablaba de ella. Dando los detalles sobre el modelo y las telas decía que el vestido llevaba lazos grises para hacer juego con su pelo. Qué bonito. Qué hermoso que alguien te cuide con ese mimo y hable con tanto amor de tu pelo gris.

Creo en la belleza a todas las edades. Creo en la belleza de las personas jóvenes y también de las mayores. Distinta es , pero existe y debiera ser apreciada. En ocasiones, cuando mi hijo me abraza y está muy cerca de mi, me dice : «tienes arrugas. Eres vieja.» Lo dice con preocupación, porque no quiere que pase el tiempo ni que me muera. Pero lo dice con amor. Porque besa esa cara ya menos tersa que hace unos años con una ternura infinita.

Esa vejez que la sociedad desprecia sobre todo en las mujeres no tiene porqué ser horripilante. Esa vejez puede ser madurez , serenidad y templanza. Comprensión y sabiduría. Y por qué no, puede ser bella, con menos frescura, sí, pero moldeada por la vida. Más perfecta gracias a esas experiencias, a los amores y a los fracasos. Más auténtica  porque es amada por aquellas personas que de verdad te quieren, que saben cómo y porqué late tu corazón y entienden que eso y no tu cara es  realmente lo más hermoso de ti. Lo más hermoso y lo más difícil de conseguir, porque con los años el corazón también aprende.

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